El hasta ahora triunviro promovía una nueva serie de medidas de acción directa. La mesa chica de la central obrera, incluido su padre, rechazaron su estrategia. Apuestan al diálogo con Milei.
“He tomado la decisión de renunciar a mi cargo como Co-Secretario General de la Confederación Federal del Trabajo, al no coincidir con las decisiones tomadas por la llamada ‘mesa chica'”, reza –lacónica– la nota de renuncia que envió Pablo Moyano al consejo directivo de la CGT. La renuncia, según trascendió, se limita exclusivamente al secretario adjunto del gremio de Camioneros y no generó una seguidilla de dimisiones de otros dirigentes gremiales que son parte del universo Moyano. Por ahora no hay peligro de fractura en la central obrera, dicen algunos integrantes del consejo directivo. Advierten que esto es parte de una crisis entre el padre (Hugo) y su hijo Pablo. De todas formas, la salida del camionero desnuda aún más el perfil excesivamente dialoguista del resto de la conducción cegetista. Ante un escenario de salarios a la baja y la caída de empleos (trabajadores y/o afiliados) que también afecta a las estructuras de los dirigentes sindicales, pero que parecen sentirse más cómodos con el traje dialoguista que con la ropa de calle.
Moyano hijo se va. Deja el asiento del triunvirato que, advierten, le corresponde al gremio que representa. No está claro quién lo reemplazará. Pocos son los que creen que será el mismísimo Hugo Moyano, a sus 80 años, el que retorne a la conducción formal de la CGT. Ya suena el nombre del secretario de Políticas de Transporte de camioneros, Omar “Manguera” Pérez que ya representa al gremios en la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT). Es uno de los hombres de mayor confianza de Hugo, indican y subrayan en el sindicato para diferenciarlo de Pablo.