El Calamar consiguió su primer título. Sin figuras, eliminó a grandes como Racing, River y San Lorenzo. Y demostró que en el fútbol también se puede ganar con garra.
Pasaron apenas unos minutos de las siete de la tarde de este domingo, Platense acaba de consagrarse (nunca mejor eso de consagrarse) campeón del torneo argentino y la pregunta es qué estará haciendo Yael Falcón Pérez, el árbitro que hace dos semanas estuvo a punto de cambiar el destino del equipo de Vicente López. Aquella noche, cuando Platense le ganaba 1 a 0 a River en el Monumental y pasaba a la semifinal del torneo, Falcón Pérez empezó a inclinar la cancha de una manera alevosa.
Dejó pasar de largo algunas patadas de jugadores de River, sancionó como mano cuando la pelota daba en un hombro pegado al cuerpo de un jugador de Platense y dio en tiempo de descuento un penal a Miguel Borja que todavía es dudoso. Con ese penal que pateó Franco Mastantuono, la gran figura de un River lleno de figuras, la cosa se puso 1 a 1 y hubo que ir a la definición por penales. Mientras los hinchas locales festejaban el empate agónico, muchos futboleros observaban impávidos cómo un arbitraje podía inclinar la balanza tan groseramente. Tal vez fue ahí cuando no pocos entendieron que Platense era el bombeado y empezaron a alentarlo en su inercia hacia la final ante Huracán.
Platense no tiene un equipazo y seguramente le costará ratificar lo conseguido. Más cuando ya se habla de que algunos de sus jugadores no seguirán en el club. Entre ellos, el capitán, Ignacio Vázquez, a quien el nuevo Boca de Miguel Russo le echó el ojo. Pero justamente por no ser un equipazo es que su mérito vale más.